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Siempre hay un día en el que los malos comienzos se tornan en júbilo, alegrías e ilusión. Y eso mismo ha pasado este fin de semana pasado en Córdoba, en El Carpio. La costumbre, la mala costumbre, era empezar perdiendo el partido, estar en desventaja hasta la segunda parte y en los últimos minutos, después de mucho sufrimiento, uñas comidas y gritos clamados en el cielo, se acababa remontando en el marcador. Todo era bonito, perfecto. El goleador de turno era un héroe durante la semana y tres puntos más en la clasificación.

Pero tenía que llegar Fernando para que en el minuto 25 de la primera parte ya fuéramos con dos goles a favor y todos pidiéndole la hora al árbitro. Todo parecía un espejismo. Nadie salía de su asombro. Otros, y yo me incluyo,    decían si es que no podíamos haber hecho lo mismo en otras jornadas. El entrenador, Tevenet, se refirió a que conseguir la victoria en Córdoba sería una gran inyección de vitaminas. Y no falló. VITAMINAS. Vitaminas que el pileño Fernando se administró en una triple dosis, como un buen enfermo que quiere curarse, para que el Cartagena ocupara el séptimo puesto con catorce puntos. Megías y De Lerma fueron los otros dos protagonistas al darle sendos pases al delantero andaluz.       

¡Si es que somos la leche! ¿No podíamos o no sabíamos empezar los partidos de esta forma? Los blanquinegros se aprovecharon en todo momento de la debilidad de la zaga cordobesa y, después de cinco años, llegó un hat-trick del conjunto que preside Fran De Paula. Todo marcha. Ahora sí. Si Tevenet se marchaba satisfecho con el trabajo de sus jugadores, los aficionados anhelan otro trabajo así en la tercera ronda de la Copa ante el Tudelano.