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Invictus

Efeseleaks  |  07 de diciembre de 2013 (12:07 h.)
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Hoy todos los Efesistas hemos soñado...


Durante sus 27 años en prisión, Mandela soñó con la libertad, la igualdad y la justicia para el pueblo africano gracias a la lectura obligada cada noche de este fragmento del poema de William Ernest Henley. Un poema que puede hacer soñar a un hombre. Hoy, todos los Efesistas hemos soñado…

Más allá de la noche que me cubre,

Negra como el abismo sin fin,

Agradezco a los dioses si existen

Por mi alma inquebrantable.

            No hay duda de que en esta noche tan fría y oscura como el abismo sin fin, todos los Efesistas tenemos que dar gracias a los dioses del balompié. Gracias, en primer lugar, por poder tener una historia tan bonita para contar mañana en el trabajo, el domingo en el bar o dentro de 50 años en el asilo de ancianos.

            Aquel “Yo estuve allí” de dentro de décadas tendrá un valor tan grande y tan bonito, y tan emocionante, como ese minuto mágico 16 en el que el balón de Fernando entraba en las redes de Pinto. El tiempo se detiene, ese segundo, lo recordaremos todos, en esta vida y en la que viene.

            El gigante y todopoderoso Futbol Club Barcelona estaba siendo acorralado y llevado contra las cuerdas por un equipo volcado, que se olvidó de su rango de inferioridad y que materializó la tercera de las jugadas de peligro que había tenido en tan sólo un cuarto de hora. El Cartagena daba señales de fuerza, de fe en la victoria, de creerse lo que hacía. Un equipo unido, un alma inquebrantable.

 

 

Caído en las garras de la circunstancia

No he llorado ni pestañeado.

Bajo los golpes del destino

Mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

            La realidad poco a poco se iba imponiendo. Los gestos de los jugadores ya delataban que la batalla estaba siendo dura. Que nuestros palos y piedras ya poco dañaban las corazas de hierro de los jugadores blaugranas (por no decir amarillogranas) y que nuestro equipo, caía en las garras de las circunstancias.

            Sin embargo, la afición del Efesé, más unida que nunca (ojalá fuera siempre así de bonito) no ha dejado de animar en todo momento. Los goles de Pedro y Fábregas en apenas 5 minutos devolvían al más duro suelo terrenal todas las almas blanquinegras que campaban a sus anchas por el cielo de la ilusión que predica tener un milagro ante tus ojos. Pero no se puede pestañear, no se puede llorar, toca irse al descanso dejando al equipo entre aplausos y demostrándole en todo momento que nuestra cabeza está ensangrentada, claro que sí, han sido 5 minutos de un amargo despertar, pero muy muy erguida.

Más allá de este lugar de cólera y lágrimas

Yace el horror de la sombra,

Y sin embargo la amenaza de los años

Me encuentra, y me encontrará sin miedo.

            Lo normal en estos momentos de partido es que salgan a la luz los más profundos pesares de cada derrota. Lo normal es que la lluvia de desprecio, cólera, lágrimas y lecciones de fútbol caiga sobre los jugadores y entrenador local en forma de quemasangres. Pero hoy no era día ni ese, el partido….

            Más allá de ese horror de la sombra bajo la cual todos nos arropábamos sabiendo o presumiendo lo que iba a pasar, sucedía que todos nos agarrábamos las manos, se nos estremecía el alma y se nos encogía la conciencia viendo como en los minutos 70 de partido Fábregas, Sergi Roberto y sobretodo Alexis, ya habían perdonado seguramente 3 o 4 puñaladas más en nuestra alma herida. 

            Una amenaza que ya era una realidad. El enemigo estaba delante y era más poderoso. Pero allí estaba mi Cartagena, mi Futbol Club Cartagena, sin renunciar a su estilo, sin cambiar su filosofía, sin mirar el resultado, sin vacilar…. sin miedo.

No importa cuán estrecha sea la puerta,

Cuan cargada de castigos la sentencia,

Soy el amo de mi destino:

Soy el capitán de mi alma.

            No conozco una puerta más estrecha que la de ir al Camp Nou a remontar una eliminatoria. No conozco mayor castigo que la sentencia de tener que hacer ese viaje sabiendo que tus posibilidades de vivir algo maravilloso allí ya no existen. No conozco castigo mayor que en los últimos compases de partido, en los últimos 10 minutos, un estratosférico Pedrito regatee, tumbe al suelo, humille y marque un gol a todas las 13.314 almas que esta noche nos hemos acercado al municipal. No le deseo, ni al peor de mis enemigos, que un debutante soldado del rango más inferior del ejército de tu enemigo te haga el 1-4 y se enmudezca tu aliento, tu alma y tu estadio de fútbol.

            Sin embargo, cuan cargada de castigos esté la sentencia de hoy, mis ilusiones para el día 17 de Diciembre son intactas. Hay un grupo de jugadores, muy profesionales, que defienden el escudo de mi ciudad con honor, trabajo y lealtad. La batalla en tierras catalanas no va a ser más que la culminación de un sueño en vida que no acabará en milagro, pero tampoco en tragedia.

            Mi Efesé ha demostrado que puede competir con cualquiera, mi Cartagena me hace acostarme hoy  con una sonrisa feliz, con un gesto de complicidad. Me acuerdo de los amigos, de las risas, de la previa, de los pedazo de jugadores y campeones del mundo que han pisado mi césped hoy. Me acuerdo de la cara de ilusión de los niños, ansiosos por ver al Barcelona pero con su camiseta del Cartagena. Todo se lo debemos a este equipo y tenemos que sentirnos muy orgullosos.

            Sonrío y pienso, este equipo me va a hacer soñar. Este equipo va a marcar de gloria los próximos meses de mi destino.

            El Cartagena, es el capitán de mi alma.

            D.E.P. Madiba.

 

 

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